ALBERTO MORALES
El Universal
Domingo 06 de mayo de 2007
PUNTA LIMÓN, Ver.- La única central nucleoeléctrica del país, Laguna Verde, está custodiada por un ejército de hombres "armados hasta los dientes", quienes se encargan de resguardar el complejo administrado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) localizado en las playas del golfo de México.
Por aire, sus instalaciones semejan a una fortaleza de concreto rojo rodeada por verdes cerros y flanqueada por el mar que se convierte en una barrera natural que se pierde hasta el horizonte.
La razón del dispositivo de seguridad es un acuerdo estratégico entre la CFE y la Armada de México, que se encarga de vigilar cada espacio y cada metro de las 370 hectáreas que conforman la central productora de energía eléctrica.
Laguna Verde está situada sobre la costa en el kilómetro 42.5 de la carretera federal Cardel-Nautla, en la localidad de Punta Limón, municipio de Alto Lucero; como a 70 kilómetros al norte del puerto de Veracruz.
Su construcción se dio en la décadas de los 70, y 20 años más tarde los dos reactores nucleares, que trabajan con uranio, comenzaron su operación.
Habitantes aledaños a Punta Limón se quejaron de que sus campos podrían quedar contaminados a causa de la central. Incluso informes de operadores nucleares internacionales alertaron que Laguna Verde presentaba grandes deficiencias en su seguridad, manejo y operaciones.
Se pensó en desmantelarla, pero el proyecto continuó y el gobierno anunció la "repotenciación" de la nucleoeléctrica, con una inversión de más de 600 millones de dólares con el propósito de incrementar en 20% su capacidad de generación de electricidad.
Luego de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos y de una presunta amenaza del grupo terrorista Al-Qaeda el gobierno mexicano reforzó la vigilancia en la nucleoeléctrica, así como en las instalaciones de Pemex de todo el país.
Esta fortaleza roja está vigilada por cientos de elementos de infantería de Marina que inspeccionan acuciosamente todos los vehículos, camiones, autobuses y a los mismos trabajadores que ingresan a la planta.
"¡No puede permanecer en esta zona!", comenta enérgico un uniformado a un fotógrafo. Y agrega: "Es por su seguridad". Aquí no se corre ningún riesgo.
Dentro de los edificios que conforman la central nucleoeléctrica, las medidas de seguridad son igual de estrictas al igual que en el exterior.
Las puertas de acceso tienen detectores de metales, custodiados por elementos de Fuerza de Seguridad, una especie de policía de la propia CFE, que están armados e incluso portan esposas.
Para salir de la Unidad 1 y Unidad 2 -edificios donde se alojan los reactores- hay que pasar por escáneres automatizados que vigilan los niveles de radiación de todo el personal, así como de las herramientas, libretas y portafolios; todo tiene que se monitoreado.
"Está es una de las plantas más seguras de todo el mundo", comenta un uniformado de Fuerza de Seguridad y agrega que en caso de una "contingencia" hay un plan a seguir, en el que participan equipos especiales, "todo depende de qué tipo de contingencia se trate".
Incluso menciona que en caso de que estallara una huelga de trabajadores, la nucleoéctrica está preparada para seguir trabajando.
"Aquí todos somos trabajadores de confianza, desde los trabajadores hasta los administrativos, no hay sindicalizados", dice.
"¿Y si es tan segura, por qué están armados en su interior?", se le pregunta. Pero no hubo respuesta.
"Eso pregúntaselo al gerente de la planta, nosotros no podemos dar esa información", señala.
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