domingo, 25 de mayo de 2008

Un siglo de vender periódicos


En el centro de Coyoacán don Isabel Giménez instaló en 1908 el primer expendio de la ciudad. Cuatro generaciones han pasado desde entonces




TEXTO ALBERTO MORALES /FOTO ADRIÁN HERNÁNDEZ

El Universal

Domingo 25 de mayo de 2008


En la esquina de Allende e Hidalgo, frente a la antigua casa del conquistador español Hernán Cortés, un zapatero llamado Isabel Giménez Mondragón llegó al centro histórico de Coyoacán hace 100 años y sin conocer las secretos del negocio de la venta de periódicos instaló un pequeño estanquillo.

Ha pasado un siglo; los diarios nacionales dieron cuenta de acontecimientos como la Revolución Mexicana, la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, la expropiación petrolera; el movimiento estudiantil de 1968; la llegada del hombre a la luna, la caída del muro de Berlín; la asunción de papas; el terremoto de 1985; la alternancia de los partidos políticos en el poder; tomas de tribunas del Congreso de la Unión, entre muchos otros, y miles de personas, quizá, habrán comprado un diario o una revista en ese mismo lugar.

Sin pretenderlo, Isabel Giménez y su familia se han convertido en parte de esa historia. Desconocido por muchos y sin el reconocimiento de las autoridades, el expendio de periódicos que en 1908 levantó —considerado por sus familiares como el más antiguo de la ciudad de México— está en riesgo de dejar de existir.


“La venta está muy baja y con las remodelaciones en la delegación la gente grande, nuestros principales clientes, ya no vienen a comprar después de misa o pasar por su pan”, asegura con preocupación María Elena Estrada Giménez, bisnieta de don Isabel y dueña del centenario puesto.

La señora Estrada, junto con su esposo, Alejandro Lozano, y sus hijos Rubén Alejandro y María de la Luz, son los herederos de la “joya de la corona” de su familia que por cuatro generaciones ha dedicado su vida al negocio de la venta de periódicos y revistas.

Su bisabuelo vino de Lerma, estado de México, a Coyoacán sin conocer el negocio. Pero el tranvía o el “trenecito”, como ella lo llama. le dejaba un bulto con periódicos para venderlos. “Así empezó todo, según nos contaba mi bisabuela María de la Luz y los documentos que tenemos que son de 1908”, recuerda.

Un registro del ayuntamiento de la ciudad de esa fecha los acredita como el puesto número uno dedicado a la venta de periódicos y revistas en la capital del país.

María Elena Estrada, asegura que desde los dos años de edad, todos los días, sin falta, ha venido a su “segunda casa”, mientras señala con su dedo índice una acuarela de cómo era el puesto y el barrio de Coyoacán a principios de siglo XX.


Tomada de una fotografía de la época se aprecia un cielo azul que contrasta con lo verde del follaje. En la esquina de Allende e Hidalgo un edificio con grandes arcos en su fachada estenta los anuncios del Salón de Billares y la cantina La Puerta del Sol.

Frente a éstos, un modesto expendio construido con dos postes de madera de metro y medio de altura, unidos por un par de lazos donde cuelgan algunos periódicos y revistas. Sobre éstos un pequeño techito de lona los protege del sol y la lluvia.

Después de 60 años, la madera fue sustituida por el concreto y se levantó un cuartito que hoy es de color azul en la misma esquina donde su bisabuelo dejó de remendar zapatos y entró al negocio de la venta de periódicos.

Sin perder su humildad, el puesto tiene teléfono, energía eléctrica, y ya no usan lazos de mecate, sino estructuras metálicas para soportar cientos de revistas, diarios, novelas del corazón, comics, y promociones como libros y videos de las empresas editoriales mexicanas.


“Hay gente del barrio que se acuerda que mi mamá, María de la Luz Giménez, les llevaba el periódico en su bicicleta. Ahora que ven a mi hija haciendo también entregas, dicen ahí va la nieta de la señora Lucha”.


Fue en 1982, con el fallecimiento de su madre, cuando la señora Estrada asumió completamente la responsabilidad del puesto, desde ir a comprar en la madrugada los periódicos a la calle de Bucareli, abrir todos los días de seis de la mañana a nueve de la noche y atender a los proveedores y los pedidos de sus clientes.

—¿En ese año qué era lo que más leía la gente?, se le pregunta.
“Uuuy! Pues Proceso, Vanidades, todavía no había el despliegue de TV Notas, TV Novelas. Eran los cuentos tradicionales de los niños que ahora ya no hay, como Conejo de la Suerte, Tarzán, Roy Rogers y Lorenzo y Pepita. No entiendo porqué esos cuentos ya no los hacen. Eso me disgusta, por qué para niños no hay cuentos”, responde Estrada Giménez.

La señora Estrada platica con todos sus clientes, sabe su negocio y si no le compran, por lo menos les arranca una sonrisa.


A su manera, se ha convertido en una observadora de la vida política nacional, y sin pensarlo mucho dice que la noticia que más le ha impactado en los últimos 30 años fue el asesinato del ex candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio.


Dice con brillo en su mirada que es feliz en su trabajo porque tiene el defecto de hablar mucho y le encanta platicar con sus clientes. “Sólo cuando me enfermo estoy en mi casa, pero mil veces prefiero estar en mi local”, asegura entre risas.

No hay comentarios: